Por Mochilero
Nace de un huevo de tamaño
milimétrico. Al romper su aprisionamiento, la diminuta oruga monarca de cabeza
negra y cuerpo transparente se alimentará inicialmente de su propio cascarón. Luego
seguirá insaciablemente comiendo hojas de la planta hospedera donde su mamá
depositó estratégicamente su huevo y la de sus hermanos.
Su crecimiento dependerá del
clima, la temperatura y otros factores ambientales. Tras unas dos semanas y alcanzar
una masa crítica de varios centímetros, la oruga adulta con vistosas rayas
negras, blancas y amarillas buscará refugio bajo alguna hoja, rama o superficie
alterna para envolverse en seda. Esta etapa se conoce como crisálida y es aquí
donde ocurrirá uno de los grandes milagros de la naturaleza: la ‘meta-morfé’.
Metamorfosis [más allá de la
forma anterior] es el proceso en el que el tejido animal se reorganiza en una
especie de sopa de la vida. Del interior de la crisálida saldrá, tiempo después,
la mariposa adulta para primero estrechar sus alas. Las dejará secar por unos
minutos para entonces emprender vuelo libre en búsqueda de plantas con flores que
provean su alimento. Su éxito está en aparearse, ser fecundada para luego depositar
decenas de huevos, reiniciando así el ciclo de vida.
En Puerto Rico habitan sobre 102
especies de mariposas de coloraciones variadas con sus propios requisitos de
vida. De esas, unas 5 especies y 10 subespecies han sido reconocidas como
endémicas o únicas de nuestra Isla e islas adyacentes. De las mariposas, la
distintiva monarca ‘residente’, con sus alas negras y anaranjadas, quizás sea la
más reconocida.
Pero más allá del proceso
individual de este insecto, está el impresionante fenómeno colectivo de
millones de monarcas residentes del norte de Estados Unidos y Canadá que
emigran a través de 4,500 kilómetros de distancia para llegar al centro de México.
Tras el anuncio del otoño, le tomará unas cuatro generaciones lograr su magno
recorrido año tras año. Para esto necesitarán encontrar en su trayectoria plantas
hospederas (‘milkweeds’ o algodoncillos) así como alimento para las mariposas
en vuelo.
Escapar del recio invierno norteño
explica su necesidad migratoria. La monarca encuentra refugio en los bosques
mexicanos de la zona de Michoacán a 2,800 metros sobre el nivel del mar. Llegar
allí requiere enfrentar diversos desafíos, desde depredadores naturales como sobrevivir
zonas abusadas con plaguicidas o bosques destruidos a lo largo de sus
corredores ecológicos.
Aún así, este pequeño insecto de
alas frágiles vence la física para llegar a su refugio mexicano a la puesta de
noviembre. Allí permanecerán hasta que el equinoccio de primavera marque la
hora de retomar vuelo al Norte.
En ese ir y venir migratorio
–cual mapa y brújula en mano– la maravilla ecológica de las monarcas es un
fenómeno simplemente increíble de observar. Tuve la fortuna de presenciarlo recientemente
y, al conocerlo, la hija del prisionero político puertorriqueño Oscar López
Rivera me escribiría: “Ahora comprendo por qué es
el viaje soñado por mi Querido Viejo. Un viaje que soñó hacer juntos desde mi
nacimiento”.
Las monarcas siguen libres y aguardan –al igual que la mayoría de este
pueblo– su excarcelación. La tiranía contra un pueblo tiene muchas caras.
Hay que romper el cascarón. El aprisionamiento de Oscar es una clara
señal de castigo de un imperio que manifiesta su poderío antidemocrático contra
un pueblo falto de soberanía. Con 34 años de prisión, desconozco su destino.
Sin embargo, guardo la esperanza de que algún día este pueblo logre su
excarcelación y pueda regresar. Y desde aquí emprender su propia travesía que
le lleve a conocer una naturaleza viva que no responde a leyes de imperio
alguno.
(Para conocer el ciclo de las mariposas puedes visitar el mariposario
de Casa Pueblo en Adjuntas o a la profesora Marisol Dávila en el mariposario
Tanamá en la UPR de Utuado).
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