Sunday, June 9, 2019

Y siempre te quieres ir... After BRASIL


A las 48 horas de llegar de Brasil, mientras me dirigía a Adjuntas, sabía que algo no andaba bien conmigo. Le escribí a Mari, “creo que estoy enfermo, es Malarilla”. Esa combinación de lo real con la construcción de palabras ilógicas es parte de un humor que en nuestra relación resultó ser un atributo que me favorecía inicialmente pero que, a cinco años, me rebota en contra, inclusive con mis hijas que muestran frustración y algo de vergüenza. Ella me dice que somos productos culturales y eso mismo uso para explicarle, pero no lo reconoce. Crecí escuchando a la Tremenda Corte por WPAB. Aquellos que conocen saben que Trespatines -el personaje principal que siempre terminaba en la cárcel- se ganaba la vida enredando palabras y construyendo nuevas. Tinti es igual, Alexis y todos en mi familia crecimos disfrutando de este singular programa que en Radio Casa Pueblo se pasa a diario en el horario del almuerzo. Todos en mi casa somos en parte producto de esta mancha cultural pero creo que soy el único que lo deja ver. “¿Qué es Malarilla?”, me preguntó. “Malarilla es malaria con fiebre amarilla”, le respondí.

            Viajar trae consigo riesgos que, de hecho, modifican mucho la forma en que participamos. Por ejemplo, consumo de vegetales crudos que se laven con agua de la pluma podrían ser fuente de exposición a patógenos comunes de alimentos. Los Norvovirus o bacterias como Shigella o Salmonella podrían causar serios problemas gastrointestinales y manejarlos cuando se está lejos del hogar no es bonito. Por eso Mari no consume tragos en sus viajes, para prevenir contacto con el hielo. En su lugar, consume vinos, espumosos o cervezas. Las caipiriñas fueron todas para mí. En estos países, el hielo de agua filtrada y destilada ha mejorado y representan avances que han reducido dramáticamente el llamado “mal del viajero”. Aún así, no se puede bajar la guardia y lo comprobé hace un año con mi sobre-confianza en los pisco-sours de maracuyá en Perú (aunque valieron la pena). Dependiendo del lugar que se visita, existen otros riesgos de enfermedades locales que usted debe conocer y minimizar exposición. En el caso de Panamá y Brasil, malaria, fiebre amarilla, dengue, chikungunya, zica… Muchas son familiares para nosotros en este Caribe subtropical y el rol del mosquito como vector de estas enfermedades es otro elemento común. Entonces un buen repelente de mosquitos es siempre una buena idea. Fácil escribirlo ahora pero, durante el viaje, no vimos mosquitos, mucho menos nos pasó por la mente ponernos repelente.

            No tengo malaria y estoy vacunado contra la fiebre amarilla. Malarilla fue para llamarle la atención a Mari. Esa tarde, al regresar a la casa, era evidente mi suerte. “Dolor en todo el cuerpo, debilidad y fuerte dolor de cabeza, me pica la camisa que tengo encima (como un rash)” le adelanté por mensajes de textos. “Cámbiate la camisa, debe ser de esas que traes llenas de hongos de Adjuntas y que te dan alergia”, me respondió del saque. Sin embargo, al llegar, me encontré con otra versión de María: la G doc. La he visto antes en acción e impresiona. G doc no de google document sino de Google Doctor. “Mi amor, por los síntomas que me cuentas creo que tienes dengue o influenza. Te llevo acetaminofén, agua de coco porque necesitas mantenerte bien hidratado. ¿Algo más?”

            ¿Agua de coco? ¿Tú que no me dejas guarecerme en la playa bajo una palma porque un coco me puede caer encima, me propones como hidratante preferencial el agua de coco? ¿Pero qué pasó con las aguas puras y cristalinas de la cuenca hidrográfica del Bosque Modelo? Hidrátame con esas, pensé. Sin embargo, no entré en esa discusión porque sabía que iba a perder, mas se me había presentado una oportunidad: estaba siendo consentido. En lugar de 50, pensé que podría actuar como adulto con capacidad de 5 años sin ser mal juzgado. “Creo que un heladito me caería bien al estómago, pero no de esos saludables que no saben a nada. De macadamia por favor”. Ella ni titubeó, el helado lo incluyó sin objeción.

            No es la primera vez que paso por dengue ni influenza. Uno sabe que las infecciones virales se tienen que aguantar, y con medicamentos y otras estrategias manejar los síntomas. Lo importante es estar hidratado y mucho Tylenol. Así aguanté el viernes, sábado y domingo. Mal, pero manejable. Quieres que te lleve al hospital, me propuso varias veces. Ve al médico, sácate sangre, hazte pruebas. Bueno, llegó el lunes y era como un pasito pal frente y dos para atrás. En ese momento, por los fuertes dolores de cabeza, pensé que podría haber una meningitis envuelta u otra cosa y decidí aceptar la insistencia de María con la gentileza del laboratorio de Lilí en la Avenida Roosevelt para hacerme la prueba de influenza. Lo habían dialogado ellas en la fiesta de los 60 años de Claridad el sábado en la noche, fiestón que evidentemente me perdí.      
   
            Mientras me atendían en el laboratorio, consulté vía mensajes de texto con el doctor Cabanillas, que apenas aterrizaba en la Isla tras un corto viaje de oncólogos cuerdos y locos en Chicago. Fernando Cabanillas es tío de Mari y ella me insistió en que le consultara.

YO:            Haciéndome la prueba de influenza, la fiebre bajó pero las punzadas que se repiten en la cabeza me llevan loco.
Parece que influenza negativa.
DOCTOR:   ¿No será que tienes dengue? ¿Te hicieron el CBC?
YO:            Sí, ya mismo me dan los resultados.

            Para la prueba de influenza no te sacan sangre, por eso accedí a ir en primer lugar, pero para un CBC sí. La prueba del CBC me la hicieron en contra de la mitad de mi consentimiento en claro menosprecio de un lado de mi ser. Cuando en el laboratorio me preguntaron sobre incluirla pregunté de vuelta “para esa le sacan la sangre a uno, ¿verdad?”. El yo racional dijo que sí, pero el técnico fue incapaz de reconocer la objeción de mi yo emocional. Increíblemente, no entendió cuando dije que sí. Usted sabe, es un sí de esos de cuando estás en una discusión de pareja y preguntas si todo está bien y ella responde con un sí. Debió saber que era no. Y en menos de nah, ya la prueba de sangre estaba en la máquina de análisis sin saber que sería el primero de un quinquenio de pinchazos en menos de 8 horas.
            Luego de enviar una fotografía de los resultados del CBC…

DOCTOR:   Es compatible con dengue, debes monitorear las plaquetas periódicamente para asegurarte que no bajan mucho y tienes que tomar mucho líquido porque la hemoglobina alta sugiere que estás deshidratado. No tomar aspirina ni Advil, solo Tylenol ¿Quién es tu médico? ¿Quién ordenó tus pruebas?
YO:            La G doc MM Narváez.
DOCTOR:   Necesitas un internista o alguien como Towi que te monitoree. Cualquier problema me avisas.
YO:            Dele, gracias. Mejor así porque google doc Narváez me ha cuidado bien pero su diagnóstico sigue siendo de google.
DOCTOR:   Pero no estaba tan lejos del diagnóstico.
YO:            No, esa es la cosa, ¡es buena! Pronto hay que oficializar el título.
DOCTOR:   Con cuatro años más de google puede coger la reválida.
YO:            ¿Reválida? G Doc Narváez tiene sobre 15 años de experiencia adivinando informadamente condiciones de salud.

            Al regresar a la casa, el dolor de cabeza se agudizó y en lugar de víctima decidí sacar mi lado científico. Observación #1: “Las punzadas en la cabeza dominan en el lado derecho con frecuencias de 5 a 10 segundos entre eventos. Su intensidad aumenta con el tiempo”. Basado en los trabajos de Christian Pellicier en Mayagüez de hidroterapia, pensé y estipulé como hipótesis que me salvaría con las aguas cristalinas del Bosque Modelo en lugar de agua de coco. Observación #2: “La presión de H2O clorinada sobre el tejido externo cerebral tiene un efecto de anulación de las punzadas en la cabeza”. Celebré por 15 minutos bajo la ducha mi pequeño descubrimiento. Sin embargo, a la vez sabía que era un logro pírrico e insostenible. Cada vez que sacaba la cabeza de la ducha las punzadas regresaban, era un efecto temporero con resultados beneficiosos muy a corto plazo. Aún así, recordé la importancia de la cuenca hidrográfica.

            Entonces otro concepto afloró tras leer la columna dominical del doctor Cabanillas. “El placebo se refiere a un mecanismo psicológico que nos causa la mejoría de un síntoma cuando tomamos una sustancia inerte e ineficaz, creyendo que se trata de un medicamento. El creer que vamos a experimentar una mejoría provoca el efecto beneficioso. En cambio, el efecto nocebo es lo contrario, y consiste en sufrir una serie de eventos adversos por conocer de antemano los efectos secundarios de un medicamento. Esto nos hace creer que el medicamento es perjudicial para nuestra salud y que, al eliminarlo, puede que se sienta mejor. En otras palabras, el optimista experimenta el efecto placebo, mientras que el pesimista es aquejado por el efecto nocebo”. Yo que soy optimista terminé con el efecto nocebo… ¡Para qué fue eso! Cuatro horas después de no encontrar posición, forma, ángulo, pastilla, nada que me quitara las condenadas punzadas tuve que hacer buche y plantarme frente a G Doc: ‘’Llévame al Hospital, no puedo más”.

            Lo mejor que hicimos. Tras pinchazos, placas, CT Scan, placa de pecho para descartar infección pulmonar, demerol, suero y más pinchazos creo que estoy mejor. Terminé también con positivo a influenza y agregaron el tamiflú al cocktail al lote de medicamentos recetados. Qué ironía, no sería malarilla sino inflengüe (un merengue de influenza con dengue).

            Para muchas de estas infecciones los tiempos de incubación están en unos 8-10 días, tiempo que usualmente programamos nuestros viajes. Es decir, que si usted quedara infectado el primer día de visitación, aún así pude disfrutar de su viaje y regresar a tiempo para usar el Hospital de su preferencia local. En este mundo globalizado, llevamos enfermedades a otros lugares y traemos otras. Hemos cambiado la biogeografía (la distribución) de las enfermedades en el Planeta y los desafíos de resistencia, virulencia y transmisión están sobre la mesa. El problema es grande. Favorezco la biodiversidad pero no sé cuán orgulloso pueda estar de aportar un dengue carioca a los dengues boricuas. Pienso que esos dengues cariocas ya circulaban acá como los boricuas en otras partes. Entonces, como diría el ilustre conejo, ‘Estamos bien’.






No comments:

Post a Comment

Congo, su lucha anti extractivista y cómo no terminar en la boca de un elefante en la selva africana

Por Arturo Massol Deyá Para llegar al Congo se requiere de un espíritu de despojo verdadero, o sea, deshacerse de los miedos y de las malas...