Tuesday, June 25, 2019

Panamá y Brasil: primer quinquenio entre aguas dulces y saladas



Por Mochilero 

Cinco años atrás nos juntamos y decidimos que, en lugar de cuatrienios como hacen los políticos, renovaríamos votos en bloques de cinco: ‘quinquenios’. Estamos en el primero. El tiempo, como medida de la vida, ha sido intenso en nuestro caso. Desde lo político, hemos ido del Bosque Modelo al posterriqueño a la libertad para Oscar; sufrir, sobrevivir y responder al Huracán María, hacer vigilancia ciudadana de la Policía, exigir acceso a la información; llegando a la insurrección para la independencia energética. Mientras tanto, también hemos caminado mucho con paradas en la Bogotá de Alejo, Gina y Eva; La Paz de Evo (a quien vimos bajándose de un auto frente al palacio de gobierno, él y sus “escoltas” en mahones y tenis); los días en el Altiplano boliviano y el Salar de Uyuni, Cusco, Lima, la Caracas en crisis, La Habana del abuelo Duque de Estrada; la Santa Clara del Ché; el DF pre-AMLO, Oaxaca con Nayeli y el Tío Jaime en el Día de los Muertos; un Michoacán con millones de mariposas monarcas migratorias, la Tijuana y el desierto de la Rumorosa de Alex; París y todos los muertos que me llevaron a ver; la despedida de año en Sacre Coeur; Madrid, Salamanca, Lisboa, Sintra, Marvao, Brotas, el pueblo de 7 personas; San Francisco y los bosques de Redwoods vecinos de los viñedos de Sonoma; el San Diego que te impulsa a saltar la frontera hacia el sur, los parques nacionales de Nuevo México, la Filadelfia de Paula y Andes, Nueva Orleans pos Katrina, una Tenesí incómoda, Atlanta, Boston, Amherst y sin cuenta los viajes al Nuyol de David, Nayeli, Carlitos, Ramón y muchas amistades. La lista de paradas es más amplia, aquí y allá y por todas partes.

Sin embargo, con cada comienzo de año, me pide siempre, ya por quinta vez, como resolución cuasimatrimonial que vayamos más a la playa. Le repito que soy animal -mamífero específicamente- de agua dulce, de los bosques de la montaña. Ella ni se inmuta, me lleva al nivel del mar, a la playa entre la arena y la sal. Ni me deja resguardarme bajo la sombra de palma alguna, “eso es peligroso, mi amor, te puede caer un coco encima”. Entonces de aquí un poco surge esta entrada a nuestro blog Siempre te quieres ir sobre Panamá y Brasil como destino de este primer quinquenio, de mar a tierra, entre el agua dulce y salada.



Las Maravillas del Mundo son ¿construídas o naturales?

Comenzamos a nivel del mar para subir 26 metros en tres esclusas consecutivas y observar los navíos salir desde el Centro de Visitantes de Miraflores del Océano Pacífico para adentrarse en el agua dulce del Canal de Panamá. Ocho horas, solo 8, necesitará un enorme buque de Hong Kong lleno de mercancías -el Yangtze Xing Jin- para atravesar la ruta construida que incluye el lago artificial de Gatún para entonces descender a través de otras esclusas y alcanzar el salado Mar Caribe. De ahí a continuar hasta su destino final.

En las mañanas, la travesía favorecida es de sur a norte y, en las tardes, los barcos que vienen del Caribe hacia el Pacífico. Esta evidente maravilla de ingeniería mecánica de fluidos transformó la globalización. Su historia incluye una gran dosis de imperialismo, coloniaje, militarización, muertes, guerras, invasiones y liberación. No, no fueron los ‘americanos’ los primeros en iniciar su construcción en territorio para ese entonces aún colombiano. En el 1880 fueron los franceses, también imperialistas, los que iniciaron su construcción. Sería la malaria y fiebre amarilla que les pasara cuota de vida a más de 20,000 trabajadores explotados. Quebraron 9 años más tarde. Al año siguiente de Estados Unidos ‘ayudar’ a Panamá a separarse de Colombia (1903), sería el propio Estados Unidos el que retomaría su construcción con un acuerdo unilateral de dominio del Canal a perpetuidad. En el 1914 y tras 5,600 vidas más, abriría su trayectoria de 82 kilómetros de distancia. El pueblo panameño, la sangre de sus estudiantes en 1964 y el gobierno del presidente Omar Torrijos se encargarían de revertir la ‘perpetuidad’ del acuerdo. En el 1999 se materializó la soberanía panameña de su territorio y la salida del enorme enclave militar estadounidense.




Con poca o ninguna planificación llegamos a la Estación de Miraflores a eso de las 8:45AM. La noche antes, saliendo del aeropuerto de Tucumén en una escala técnica de 20 hrs en la Ciudad de Panamá, nos advirtieron que entre 8:00 y 10:00 de la mañana era la mejor hora para ver los barcos pasar. Llegar allí es fácil, en taxi o con transporte programado. La entrada al lugar que incluye un cine, museo, lugares de comida ligera y gradas para observar el paso de los navíos es de $20.00 por persona (si eres extranjero). Vale la inversión, más si están pasando barcos en el momento. A Mari le tocó madrugar y cumplió. Luis, con acento de Rubén Blades, nos esperaba en el lobby del hotel. Serían $70.00 por llevarnos al Canal, luego a las islas ahora conectadas por una carretera hecha con las rocas del Canal, pasarnos un rato por el casco antiguo, de vuelta al hotel y luego al aeropuerto un domingo.

Atravesamos las rutas prohibidas para los panameños -hasta el 1999- de antiguas zonas militares llenas de barracas y edificios de arquitectura militar. Pasamos la central termoeléctrica y llegamos tras cruzar un estrecho puente elevado sobre un ‘río’ intermitente para el control del nivel del lago artificial. Allí disfrutamos de la explicación del proceso mientras el Yangtze Xing Jin -el último barco de la mañana- entraba a la primera esclusa. Un total de 22 millones de galones de agua dulce son necesarios en promedio para elevar y luego descender los barcos en el Canal (el paso de cuatro barcos equivale al total de agua transportada diariamente por el Súpertubo o el equivalente al Lago Carraizo operando a cabalidad; un promedio de 14 barcos cruzan a diario el Canal). No hay duda de la maravilla de ingeniería pero la huella ecológica de su construcción y operación es evidente, no solo en la mega escavación y su periferia sino también en los lugares donde fueron depositados y se depositan sedimentos que se dragan rutinariamente para mantener el calado. La cicatriz ecológica de su construcción parecería sanada con la mirada de un paisaje reaclimatado a la ahora centenaria realidad. Paradójicamente, esta obra de ingeniería depende de iniciativas de conservación y protección forestal extremas para que sus extensos bosques circundantes reduzcan la tasa de sedimentación del Canal y mantengan la cuenca hidrográfica necesaria para sostener su operación. Sin la naturaleza, esta maravilla de la ingeniería sería inútil.

Foz do Iguaçu: maravilla natural




Temprano en el proceso de conocernos, Mari supo de mi afán de llegar un día a las Cataratas del Iguazú. “Antes de morir este es uno de los lugares que quiero visitar”, sé que habré dicho con verdadero compromiso en varias ocasiones. Bosques, biodiversidad y mucha agua dulce. Ella, aunque de agua salada, coincidía con esta selección. No es que esté buscando turno ni esté listo para despedirme al más allá, pero desde que estoy con ella he tenido que alargar la lista de lugares por conocer por eso de justificar más tiempo en esta maravilla de Planeta que tenemos y debemos proteger. Tan pronto supo por la página de feisbuk del Mochilero Boricua que los pasajes a Brasil estaban en los $300’s me anunció la noticia de nuestra próxima parada: “decidido, compré los pasajes”.

Foz do Iguaçu es una verdadera maravilla del mundo natural. Es fácil llegar vía aérea desde São Paulo o Río. El Río Iguaçu separa una frontera política imaginaria entre Argentina y Brasil. Un poco después de las cataratas, se encuentra con el Río Paraná donde se junta Paraguay en el hito Tres Fronteras. Desde Foz de Iguaçu estás a menos de 20 minutos en carro de Argentina o Paraguay, lugares que habríamos querido visitar a no ser por la ‘casualidad’ de que Avianca Brasil quebró el día de nuestro vuelo. La atrasada salida alterna desde São Paolo previno que tuviéramos suficiente tiempo para estas escapadas colaterales. Pero eso era secundario, lo fundamental era el encuentro con el agua.

Al almanecer, nos preparamos para un recorrido que nos ocuparía las próximas 6 horas. Caminamos desde el Hotel San Martín unos 600 metros a la entrada del Parque Iguaçu. Llegamos allí unos minutos previo a su apertura a las 9:00AM, por ‘ansiedad mía’ dirá María de las Mercedes. No hay necesidad de pagar ni estar preso de tours, es sencillo ir por cuenta propia y mejor así. Tras pagar una cuota de admisión de $20.00 (si eres extranjero), un autobús interno nos llevaría a través de la reserva natural hasta la zona de las cataratas. En mayo es casi invierno en Sur América y temporada baja de turismo, por eso los vuelos estaban tan económicos. Y aunque los brasileños están muy bien organizados para manejar turismo a gran escala, la baja densidad relativa de la visitación le agregó en ésta y otras instancias muchos beneficios. Tras unos 15 minutos en el autobús desembarcamos en Trilha das Cataratas, donde comenzamos una caminata moderada y siempre panorámica. Bastaba caminar unos metros para el primer suspiro. Por fin el encuentro con la maravilla. Valió la pena cada paso y minuto de una larga travesía, aunque fuera para estar allí un segundo. En ruta pasamos por el Trecho de Naipi y el Mirador Garganta del Diablo, donde el rocío de las cataratas creaba la sensación de una leve lluvia permanente. Suspiro tras suspiro, más suspiros y otros adicionales mientras suspiro escribiendo este recuento de memorias imborrables.

Cerca del 70% de los 2.7 kilómetros de cataratas quedan del lado argentino. Sin embargo, el lado brasileño es la mejor ruta para apreciarlas. Desde una vista panorámica espectacular esté soleado, nublado o lloviendo, hasta una inmersión casi al interior de los chorros o bajar un centenar de escalones para un recorrido en lancha o hacer rafting río abajo con posibilidad de nadar en el Iguaçu. Así haríamos para quedar bautizados en este sacramento.

El complejo de unas 300 cascadas es el punto común tipo embudo del Río Iguaçu que acumuló aguas de una cuenca hidrográfica equivalente a casi siete veces el tamaño de Puerto Rico. Son 1,750 metros cúbicos por segundo de flujo promedio consecuente. Imagínese las aguas del Río Grande de Loíza con las aguas de Arecibo, Guanajibo, La Plata y todas las aguas isleñas sin sacarle gota alguna para las industrias ni los miles de galones para consumo urbano o agrícola, multiplicado por siete en un punto común donde la formación geológica baja repentinamente de nivel hasta por 82 metros. Las cataratas son lo evidente, pero 62,000 kilómetros cuadrados de espesos bosques son el acueducto natural de esta obra de ingeniería planetaria.



Tras Iguaçu, entre agua dulce y sus bosques, me fui rendido con manos arriba a Río de Janeiro. Lo que quieras, Mari, no importa, me adapto a la sal de Copacabana, Ipanema o Leblón. Puedo ahora hasta bailar samba en Pedra do Sal o disfrutar del Museo de Mañana. Desde Santa Teresa fue fácil vivir la ciudad donde la evidencia de la sal y arena era virtualmente inescapable. Aún así, nos la pasamos subiendo y caminando cerros, desde Pao de Açúcar, Corcovado (el Cristo Redentor) o tras caminar una hora subiendo desde una favela hasta alcanzar el tope del Morro Dois Irmaos.

Maravillas naturales, maravillas construidas, maravillas que hacemos de la vida. Un quinquenio amoroso y la promesa de que ‘Siempre nos queremos ir’ juntos por el Mundo.


Sunday, June 23, 2019

São Paulo nunca iba a ser lo que imaginé



São Paulo nunca iba a ser lo que imaginé. Había escuchado que era una “mole de acero”, una ciudad industrial, muy poco segura y en general poco interesante. Un lugar, me habían dicho, donde no debes ni bajarte del avión si no hace falta, llegué a escuchar más de una vez. Pero la ruta del mega especial que conseguimos para volar a Brasil por Copa era San Juan-Panamá-Sao Paulo, así que pasamos unos días allí. La experiencia fue muy distinta de lo que había escuchado. São Paulo es una ciudad inmensa dentro del estado que lleva el mismo nombre (hay 21.5 millones de habitantes en su área metropolitana). Es impresionante, interesantísima, con magnífica arquitectura por todas partes y mucha vida cultural, al menos a juzgar por la cantidad de museos y centros culturales que tiene. Como toda gran ciudad, es un desafío abordarla en pocos días. Aquí algunas sugerencias de cosas que hicimos en los 2 días y medios que pasamos allí. Algunas de estas ideas nos las pasaron Neeltje Van Marissing y Carlitos Muñiz Pérez, quienes conocieron Brasil hace años. Hicimos algunas de sus sugerencias y fueron todas buenas.



Centro:



El primer día merodeamos por el centro de la ciudad. No encontramos muchos cafés ni restaurantes. La mayoría de los sitios son apenas unos pasillos donde puedes comprar café, un bocadillo (Pão de queijo, por ejemplo) pero sin espacio para sentarse a mirar la gente pasar. Tuvimos suerte y encontramos un buen restaurante, Viella São Bento, con comida tradicional para almorzar, tomar una cerveza fría y un buen café. En la tarde visitamos las calles comerciales del centro, que nos llevaron hasta el mercado municipal de São Paulo, una estructura súper interesante que ya nuestra amiga Neeltje nos había recomendado. Este es un buen lugar para probar todas las frutas que te ofrezcan (se aconseja que no se compren pues son aparentemente muy caras. Yo compré los dátiles más ricos y suaves que he probado, así como unas cerezas negras para llevar de merienda a nuestro viaje a Iguazú. Fue una buena idea).

También allí compartimos un sándwich de pastrami, queso y tomates secos, que es un plato bien rico, emblemático de ese mercado (los sandwiches son enormes). Se puede almorzar otras cosas, tomar una cerveza o un café.


Terraco Italia

Este es un restaurante super famoso ubicado en el tope de un edificio de más de 40 pisos en el centro de la ciudad. Puedes ir a cenar allí o pagar por una copa de espumante y disfrutar de la vista alrededor del restaurante. Eso fue lo que hicimos y fue impresionante. Dicen que el restaurante es muy bueno. No tengo idea. No cenamos allí porque ese día había un bingo privado. Se ve un poco demasiado tradicional para mi gusto pero también tiene un bar interesante al cual puedes ir, pagando entrada.



Arte:

Fuimos un martes al Museo de Arte Moderno de São Paulo y la entrada era gratuita. Vimos dos exposiciones, una de ellas extraordinaria, titulada ‘Os anos em que vivemos em perigo' (Los años en que vivimos en peligro), cuyo enfoque es en cierta producción artística de corte político durante los años sesenta en Brasil, "período marcado por convulsiones políticas y sociales que transformaron nuestro país en un antropofágico caldero cultural, barriendo la tierra sin dejar escapar ningún rincón, desierto o veredas", explica la curaduría del Museo. A mí me voló la cabeza esta exposición. Es breve e intensa pero también lúdica y muy tierna. La exposición me recordó todo lo común de lo vivido en este continente latinoamericano incluyendo nuestro Caribe pues, a pesar de las grandes diferencias que nos distinguen entre América del Sur, Centroamérica y las Antillas, el furor por la revolución social se vivió en todo el continente durante las décadas del 60 y 70. Así de descarnada fue también la represión y a ella permanecemos sujetos, desde Brasil hasta Puerto Rico y Estados Unidos.



Es super recomendable ir al Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), un museo del que he leído excelentes comentarios pero yo me quedé con las ganas pues no nos alcanzó el tiempo. Leí que los martes a partir de las 5:00PM la entrada es gratuita. Cierran a las 8:00PM. Los menores de 11 años siempre entran gratis y también hay descuento para estudiantes y profesores. "La colección del MASP reúne más de 10 mil obras, incluyendo pinturas, esculturas, objetos, fotografías, vídeos y vestuarios de diversos períodos, que abarca la producción europea, africana, asiática y de las Américas", se explica en el lugar web.


Beco de Batman: en Villa Madalena, visitamos Beco de Batman, un callejón completo pintado con murales y graffiti. Sinceramente, no me parecieron que fueran los mejores murales. Por toda la ciudad encuentras murales extraordinarios. Tampoco estos eran mejores que los de Santurce pero es muy divertido el paseo. Allí encontrarás también algunas tienditas, restaurantes, bares de jugos y batidas, cafés.



El barrio asiático, Liberdade, puede ser una visita interesante de día, aunque a nosotros nos pareció breve. Había leído que tenían buenos restaurantes allí pero no tuvimos la suerte de encontrar uno. Lo más que vimos fueron lugares de comida rápida.

Jangeo:

Para jangear de noche hay muchos sitios. São Paulo es una ciudad 24/7. Leí que el Jangeo suele empezar a las 12:00 de la noche. Leí sobre muchos sitios de música electrónica y subterránea. Nosotros no somos de salir a esa hora pero sí fuimos a la Avenida Augusta, a pasos de donde nos quedamos. Ahí hay muchos bares, restaurantes y discotecas. También hay sitios de vagones con comida.


Villa Madalena: En la noche, también allí en Villa Madalena hay varios bares, cafés y restaurantes. Es un barrio medio sofisticado y "hipster" pero todos lo recomendaban para jangear de noche.


Higienópolis: Parecido a Villa Madalena, con bares, restaurantes y mucha gente joven.

Ave. Paulista, avenida famosa con restaurantes, tiendas, teatros, etc...



Comida:

En São Paulo hay una escena gastronómica bien extraordinaria. Se recomienda ir a una buena churrascaría brasileña (nosotros no fuimos). Los sábados es el día de salir a almorzar feijoada y tomar unas cervezas con las amistades. Nosotros lo hicimos en Río pero Neeltje nos recomendó el Restaurante Consulado Mineiro y este me salía en varias recomendaciones. Los sábados hay mercado en la plaza del frente. La dirección es: Rua Praça Benedito Calixto 74, Pinheiros. 011-3898-3241



Hay que probar la pizza en São Paulo. Sus residentes se jactan de tener la mejor. A mí me encantó, incluso más que la niuyorkina. La pizzería Veridiana también nos la recomendó Neeltje y es deli. También aparecía en varias notas que leí en el web.

La dirección de uno de sus 3 restaurantes es: Rua Dona Veridiana 661, Higienópolis. Es una pizzería bien fina y bonita, espacio enorme, a veces tienen música en vivo. Otras deben ser más económicas pero tampoco nos salió demasiado cara debido al cambio, que nos favoreció.



$$$

Básicamente cualquier sitio en el mundo es más económico que Puerto Rico pero tampoco encontré a Brasil particularmente económico. São Paulo es la ciudad más cara.  


¿Qué Apps usé en este viaje?


Culture Trip: Prácticamente tienen un artículo para cada pregunta que puse en google. Buenos artículos y las recomendaciones que seguí suyas fueron buenas.

Like a local: es muy bueno encontrando sitios cerca donde ir a jangear, comer, escuchar música, etc. Se supone que se alimenta de información que proveen los locales, así que tienes más posibilidad de encontrar lugares menos "tourist traps" aunque, a decir verdad, São Paulo no parece una ciudad muy turística. No te sientes que vas a caer en un trap de esos en cualquier momento. Hay mucho 'joseo', eso sí; y muchísimo contraste social y desigualdad económica. Vimos aceras completas de habitantes de la calle durmiendo de madrugada, incluso con menores de edad.

UBER: Funciona super bien en Brasil y -sí- es mucho más económico que el taxi ;/  

Google Maps: Siempre.

My Currency Converter: Funciona sin Wifi y es bien fácil de usar. El cambio estaba a 3.8 reales por dólar.

Duolingo: Traté de aprender portugués con ese app unos meses antes del viaje. Es cierto que no le dediqué el tiempo que se suponía pero, lo que le dediqué, no me sirvió de mucho. Demasiado básico. Aparte de que a veces te sugieren las respuestas de los ejercicios con las imágenes.

Wordescapes: El viaje a São Paulo desde la ciudad de Panamá es de 6.5 horas. Además, pasamos todo un día en el aeropuerto tratando de llegar a Iguazú. También volamos a Panamá y Río de Janeiro. No soy de juegos pero luego de leer en mi Kindle, ver películas y caminar por todo el aeropuerto, jugué este jueguito de palabras que también funciona sin Wifi y está bueno para posponer el Alzheimer.

Sunday, June 9, 2019

Y siempre te quieres ir... After BRASIL


A las 48 horas de llegar de Brasil, mientras me dirigía a Adjuntas, sabía que algo no andaba bien conmigo. Le escribí a Mari, “creo que estoy enfermo, es Malarilla”. Esa combinación de lo real con la construcción de palabras ilógicas es parte de un humor que en nuestra relación resultó ser un atributo que me favorecía inicialmente pero que, a cinco años, me rebota en contra, inclusive con mis hijas que muestran frustración y algo de vergüenza. Ella me dice que somos productos culturales y eso mismo uso para explicarle, pero no lo reconoce. Crecí escuchando a la Tremenda Corte por WPAB. Aquellos que conocen saben que Trespatines -el personaje principal que siempre terminaba en la cárcel- se ganaba la vida enredando palabras y construyendo nuevas. Tinti es igual, Alexis y todos en mi familia crecimos disfrutando de este singular programa que en Radio Casa Pueblo se pasa a diario en el horario del almuerzo. Todos en mi casa somos en parte producto de esta mancha cultural pero creo que soy el único que lo deja ver. “¿Qué es Malarilla?”, me preguntó. “Malarilla es malaria con fiebre amarilla”, le respondí.

            Viajar trae consigo riesgos que, de hecho, modifican mucho la forma en que participamos. Por ejemplo, consumo de vegetales crudos que se laven con agua de la pluma podrían ser fuente de exposición a patógenos comunes de alimentos. Los Norvovirus o bacterias como Shigella o Salmonella podrían causar serios problemas gastrointestinales y manejarlos cuando se está lejos del hogar no es bonito. Por eso Mari no consume tragos en sus viajes, para prevenir contacto con el hielo. En su lugar, consume vinos, espumosos o cervezas. Las caipiriñas fueron todas para mí. En estos países, el hielo de agua filtrada y destilada ha mejorado y representan avances que han reducido dramáticamente el llamado “mal del viajero”. Aún así, no se puede bajar la guardia y lo comprobé hace un año con mi sobre-confianza en los pisco-sours de maracuyá en Perú (aunque valieron la pena). Dependiendo del lugar que se visita, existen otros riesgos de enfermedades locales que usted debe conocer y minimizar exposición. En el caso de Panamá y Brasil, malaria, fiebre amarilla, dengue, chikungunya, zica… Muchas son familiares para nosotros en este Caribe subtropical y el rol del mosquito como vector de estas enfermedades es otro elemento común. Entonces un buen repelente de mosquitos es siempre una buena idea. Fácil escribirlo ahora pero, durante el viaje, no vimos mosquitos, mucho menos nos pasó por la mente ponernos repelente.

            No tengo malaria y estoy vacunado contra la fiebre amarilla. Malarilla fue para llamarle la atención a Mari. Esa tarde, al regresar a la casa, era evidente mi suerte. “Dolor en todo el cuerpo, debilidad y fuerte dolor de cabeza, me pica la camisa que tengo encima (como un rash)” le adelanté por mensajes de textos. “Cámbiate la camisa, debe ser de esas que traes llenas de hongos de Adjuntas y que te dan alergia”, me respondió del saque. Sin embargo, al llegar, me encontré con otra versión de María: la G doc. La he visto antes en acción e impresiona. G doc no de google document sino de Google Doctor. “Mi amor, por los síntomas que me cuentas creo que tienes dengue o influenza. Te llevo acetaminofén, agua de coco porque necesitas mantenerte bien hidratado. ¿Algo más?”

            ¿Agua de coco? ¿Tú que no me dejas guarecerme en la playa bajo una palma porque un coco me puede caer encima, me propones como hidratante preferencial el agua de coco? ¿Pero qué pasó con las aguas puras y cristalinas de la cuenca hidrográfica del Bosque Modelo? Hidrátame con esas, pensé. Sin embargo, no entré en esa discusión porque sabía que iba a perder, mas se me había presentado una oportunidad: estaba siendo consentido. En lugar de 50, pensé que podría actuar como adulto con capacidad de 5 años sin ser mal juzgado. “Creo que un heladito me caería bien al estómago, pero no de esos saludables que no saben a nada. De macadamia por favor”. Ella ni titubeó, el helado lo incluyó sin objeción.

            No es la primera vez que paso por dengue ni influenza. Uno sabe que las infecciones virales se tienen que aguantar, y con medicamentos y otras estrategias manejar los síntomas. Lo importante es estar hidratado y mucho Tylenol. Así aguanté el viernes, sábado y domingo. Mal, pero manejable. Quieres que te lleve al hospital, me propuso varias veces. Ve al médico, sácate sangre, hazte pruebas. Bueno, llegó el lunes y era como un pasito pal frente y dos para atrás. En ese momento, por los fuertes dolores de cabeza, pensé que podría haber una meningitis envuelta u otra cosa y decidí aceptar la insistencia de María con la gentileza del laboratorio de Lilí en la Avenida Roosevelt para hacerme la prueba de influenza. Lo habían dialogado ellas en la fiesta de los 60 años de Claridad el sábado en la noche, fiestón que evidentemente me perdí.      
   
            Mientras me atendían en el laboratorio, consulté vía mensajes de texto con el doctor Cabanillas, que apenas aterrizaba en la Isla tras un corto viaje de oncólogos cuerdos y locos en Chicago. Fernando Cabanillas es tío de Mari y ella me insistió en que le consultara.

YO:            Haciéndome la prueba de influenza, la fiebre bajó pero las punzadas que se repiten en la cabeza me llevan loco.
Parece que influenza negativa.
DOCTOR:   ¿No será que tienes dengue? ¿Te hicieron el CBC?
YO:            Sí, ya mismo me dan los resultados.

            Para la prueba de influenza no te sacan sangre, por eso accedí a ir en primer lugar, pero para un CBC sí. La prueba del CBC me la hicieron en contra de la mitad de mi consentimiento en claro menosprecio de un lado de mi ser. Cuando en el laboratorio me preguntaron sobre incluirla pregunté de vuelta “para esa le sacan la sangre a uno, ¿verdad?”. El yo racional dijo que sí, pero el técnico fue incapaz de reconocer la objeción de mi yo emocional. Increíblemente, no entendió cuando dije que sí. Usted sabe, es un sí de esos de cuando estás en una discusión de pareja y preguntas si todo está bien y ella responde con un sí. Debió saber que era no. Y en menos de nah, ya la prueba de sangre estaba en la máquina de análisis sin saber que sería el primero de un quinquenio de pinchazos en menos de 8 horas.
            Luego de enviar una fotografía de los resultados del CBC…

DOCTOR:   Es compatible con dengue, debes monitorear las plaquetas periódicamente para asegurarte que no bajan mucho y tienes que tomar mucho líquido porque la hemoglobina alta sugiere que estás deshidratado. No tomar aspirina ni Advil, solo Tylenol ¿Quién es tu médico? ¿Quién ordenó tus pruebas?
YO:            La G doc MM Narváez.
DOCTOR:   Necesitas un internista o alguien como Towi que te monitoree. Cualquier problema me avisas.
YO:            Dele, gracias. Mejor así porque google doc Narváez me ha cuidado bien pero su diagnóstico sigue siendo de google.
DOCTOR:   Pero no estaba tan lejos del diagnóstico.
YO:            No, esa es la cosa, ¡es buena! Pronto hay que oficializar el título.
DOCTOR:   Con cuatro años más de google puede coger la reválida.
YO:            ¿Reválida? G Doc Narváez tiene sobre 15 años de experiencia adivinando informadamente condiciones de salud.

            Al regresar a la casa, el dolor de cabeza se agudizó y en lugar de víctima decidí sacar mi lado científico. Observación #1: “Las punzadas en la cabeza dominan en el lado derecho con frecuencias de 5 a 10 segundos entre eventos. Su intensidad aumenta con el tiempo”. Basado en los trabajos de Christian Pellicier en Mayagüez de hidroterapia, pensé y estipulé como hipótesis que me salvaría con las aguas cristalinas del Bosque Modelo en lugar de agua de coco. Observación #2: “La presión de H2O clorinada sobre el tejido externo cerebral tiene un efecto de anulación de las punzadas en la cabeza”. Celebré por 15 minutos bajo la ducha mi pequeño descubrimiento. Sin embargo, a la vez sabía que era un logro pírrico e insostenible. Cada vez que sacaba la cabeza de la ducha las punzadas regresaban, era un efecto temporero con resultados beneficiosos muy a corto plazo. Aún así, recordé la importancia de la cuenca hidrográfica.

            Entonces otro concepto afloró tras leer la columna dominical del doctor Cabanillas. “El placebo se refiere a un mecanismo psicológico que nos causa la mejoría de un síntoma cuando tomamos una sustancia inerte e ineficaz, creyendo que se trata de un medicamento. El creer que vamos a experimentar una mejoría provoca el efecto beneficioso. En cambio, el efecto nocebo es lo contrario, y consiste en sufrir una serie de eventos adversos por conocer de antemano los efectos secundarios de un medicamento. Esto nos hace creer que el medicamento es perjudicial para nuestra salud y que, al eliminarlo, puede que se sienta mejor. En otras palabras, el optimista experimenta el efecto placebo, mientras que el pesimista es aquejado por el efecto nocebo”. Yo que soy optimista terminé con el efecto nocebo… ¡Para qué fue eso! Cuatro horas después de no encontrar posición, forma, ángulo, pastilla, nada que me quitara las condenadas punzadas tuve que hacer buche y plantarme frente a G Doc: ‘’Llévame al Hospital, no puedo más”.

            Lo mejor que hicimos. Tras pinchazos, placas, CT Scan, placa de pecho para descartar infección pulmonar, demerol, suero y más pinchazos creo que estoy mejor. Terminé también con positivo a influenza y agregaron el tamiflú al cocktail al lote de medicamentos recetados. Qué ironía, no sería malarilla sino inflengüe (un merengue de influenza con dengue).

            Para muchas de estas infecciones los tiempos de incubación están en unos 8-10 días, tiempo que usualmente programamos nuestros viajes. Es decir, que si usted quedara infectado el primer día de visitación, aún así pude disfrutar de su viaje y regresar a tiempo para usar el Hospital de su preferencia local. En este mundo globalizado, llevamos enfermedades a otros lugares y traemos otras. Hemos cambiado la biogeografía (la distribución) de las enfermedades en el Planeta y los desafíos de resistencia, virulencia y transmisión están sobre la mesa. El problema es grande. Favorezco la biodiversidad pero no sé cuán orgulloso pueda estar de aportar un dengue carioca a los dengues boricuas. Pienso que esos dengues cariocas ya circulaban acá como los boricuas en otras partes. Entonces, como diría el ilustre conejo, ‘Estamos bien’.






Congo, su lucha anti extractivista y cómo no terminar en la boca de un elefante en la selva africana

Por Arturo Massol Deyá Para llegar al Congo se requiere de un espíritu de despojo verdadero, o sea, deshacerse de los miedos y de las malas...